MATERIA DIVINA DE LA ANTIGUA GRECIA.
La religión es un camino ideal para quien desee penetrar en el corazón de la antigua Grecia. Más allá de las divisiones políticas que fraccionaban a las ciudades rivales y celosamente autónomas, la religión ofrecía una plataforma de prácticas y creencias que, como la lengua, unía a los griegos.
La importancia de la religión helena se debía también al fundamento mítico sobre el cual se apoyaba y que le ha asegurado una proyección universal. Los dioses y héroes de la Hélade, inmortalizados por poetas como Homero o Hesíodo, han resistido el paso de los siglos y trascendido los continentes.
Las genealogías divinas conllevan toda una cosmogonía que plantea las grandes preguntas sobre el origen del mundo.
Al comienzo estaba el caos, de donde nacen Gea, la Tierra, y luego Urano, el Cielo, a la vez su hijo y esposo. Urano cubre a la tierra en un abrazo continuo hasta el día en que Gea, cansada de llevar en el vientre vástagos que su padre no permite que salgan al mundo, se alía con uno de sus hijos, Cronos, para matar a Urano. Este último, al emascular a su padre, crea el espacio que se abre entre el cielo arriba y la tierra que pisamos; y el tiempo, que estaría marcado por la sucesión de las generaciones. Al término de luchas por la soberanía sobre el universo, en las que los hijos destronan a sus padres, los Olímpicos, cuyo líder es Zeus, instauran el orden, que sucede al caos.
Museo Nacional de Antropologia
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Col. Chapultepec, Polanco